No recuerdo la primera vez que cogí una aguja. Sí vienen a mi mente imágenes de mis muñecas sobre el pedal de la máquina de coser de mi madre, como esperando su turno. Y mi abuela cosiendo. Con agujas, con hilo y con paciencia, cada vez con más errores y menos paciencia.
Siempre me ha gustado coser, tejer, hacer ganchillo, pero la vida me fue hilvanando por otros caminos, me unió con pespuntes a otros trabajos que me mantenían pero no me enriquecían.
Y un día la vida decidió descoserme, estirarme y sacarme el dobladillo. Me hizo crecer y me remalló con fuerza en esta nueva aventura, en este traje sin patrón, pero que me quedaba como un guante.
De repente mi día a día se ha llenado de ovillos infinitos, de ropa de bebé y muñecos de mil colores
Siempre me ha gustado coser, tejer, hacer ganchillo, pero ahora disfruto, por fin, viendo que mi trabajo y mi pasión coinciden, que por fin se han enhebrado.